En el repaso a sus obras más señeras, el tudelano hizo hincapié en la idea de que el arquitecto «construye casi siempre sobre lo construido»En Arquitectos Sevilla queremos mantenerle informado de las noticias que se producen en nuestro ámbito de actividad: Arquitectura, Edificación, Rehabilitación y Urbanismo.
La expectación que ocasionó el arquitecto navarro Rafael Moneo, encargado de abrir el curso de Arquitectura en la Universidad de Navarra, fue la de las grandes ocasiones. Los estudiantes desbordaron el Aula Magna de la Escuela de Arquitectura, tanto que hubo que habilitar el hall del edificio con una pantalla y sillas para que cientos de jóvenes siguieran desde allí las explicaciones del arquitecto tudelano, único español que ha ganado el prestigioso Premio Pritzker.
Moneo trazó a los estudiantes una completa revisión de su carrera. Lo hizo basándose en el libro Apuntes sobre 21 obras,que le publica este mismo mes la editorial Gustavo Gili y en el que repasa 21 de sus principales intervenciones, desde los edificios que proyectó en los 60 hasta la ampliación del Museo del Prado, de 2007. En cambio nada adelantó del edificio que está preparando para la propia Universidad de Navarra, el Centro de Arte Contemporáneo que albergará la colección de María Josefa Huarte.
El contexto
En el repaso a sus obras más señeras, el tudelano hizo hincapié en la idea de que el arquitecto «construye casi siempre sobre lo construido». De hecho, concluyó asegurando que la arquitectura hay que entenderla «en la globalidad del ámbito en el que se produce» porque son pocos los edificios «exentos» de aquello que le rodea. «No existe la soledad radical», afirmó .
Esta idea la había ido ejemplificando a lo largo de su recorrido por los 21 proyectos que recoge en el libro. Así, de los dos más recientes aseguró que responden al principio «de que construimos en el marco de lo ya construido. La proximidad de otras arquitecturas dan una oportunidad para que se extienda la vida de otros edificios». Se refería Moneo a la ampliación del Museo del Prado, al que calificó como una muestra de cómo «el viejo y el nuevo edificio se puede superponer sin una jerarquía», y a un laboratorio de la Universidad de Harvard, que debía convivir con los caminos característicos del campus estadounidense y se unía con otros edificios anteriores. «Es un edificio simbiótico».
Esta idea de la unión de lo nuevo y los viejo fue apareciendo, de una u otra forma, a lo largo de toda la conferencia. Así, cuando proyectó el Museo Nacional de Arte Romano, en Mérida, no pensó en las «ruinas no como un objeto de contemplación» sino que concibió «un edificio nuevo que se mezcla con el ya existente». O se refirió al Archivo General de Navarra, que tomó como ejemplo de la «necesidad de encontrar un uso adecuado a lo edificios antiguos. No todo vale para todo».
Otra idea que flotó en buena parte de la exposición de Moneo fue la relación que los nuevos edificios creaban con la ciudad o con los edificios cercanos. Habló del Ayuntamiento de Logroño, un proyecto que concebía el edificio «como una pieza entera de la ciudad» y creaba una plaza girada que daba importancia al cercano edificio de Artes y Oficios o daba paso a un boulevard. O de la sede de la Previsión Española, en Sevilla, «un diseño desde la ciudad» que quería, más que destacar, crear un fondo que hiciera resaltar a edificios señeros cercanos como la Torre del Oro. O la ampliación del Ayuntamiento de Murcia, donde creó «una arquitectura distinta» a modo de retablo que conectaba con el cercano Palacio Episcopal.
Ideas y edificios
En general, Moneo atribuye en el libro, y ayer en la conferencia, un concepto arquitectónico, una idea a cada edificio. Por ejemplo, la noción de estrategia está en la concepción del edificio L»illa Diagonal de Barcelona, muy longitudinal para destacar la presencia de la propia Diagonal. En el Kursaal fue la condición geográfica, el lugar donde se iba a asentar el edificio, el que le llevó a su diseño, mientras que en la Maternidad del Hospital Gregorio Marañón late la idea de la que la necesidad, la que tiene un centro médico de «una atmósfera clara y limpia», es el antídoto para la arbitrariedad con la que puede trabajar el arquitecto.
Contó Moneo que en algunos de sus edificios, su planteamiento fue intencionadamente polémico. Así, en la sede de Bankinter, en Madrid, un edificio «que emerge de lo contingente» al «aceptar singularidades» como la presencia próxima de un palacete Moneo quiso enfrentarse «al brutalismo de los años 70». Y en el Museo de Bellas Artes de Houston quiso polemizar «con el fragmentarismo» que representa Frank Gehry.
Hubo un edificio que calificó de metáfora literaria: el Museo Davis, en Massachussets, donde quiso crear «un cofre» para guardar las obras de arte que habían cedido a la universidad donde se encuentra. El Museo Thyssen, sin embargo, fue «un juego académico». El Aeropuerto de San Pablo de Sevilla lo concibió como un «tránsito entre el coche y el avión» y por eso quiso tratar con respeto al coche «creando en el parking un jardín». Y la Fundación Miró de Palma de Mallorca la pensó como una interpretación personal de la vida y obra del artista. «Veía su obra como momentos epifánicos independientes, por eso es un edificio roto, en el que las obras aparecen sin relación unas con otras».
Con la catedral de Nuestra Señora de Los Ángeles, por su parte, la decisión de que «debía estar en lo más alto del terreno y orientada a Roma»,llevaron a que la estructura del edifico fuese inusual, con capillas que no dan a la nave central, sino a unos deambulatorios que sirven para acceder a la nave. «Ha sido mi proyecto más difícil», dijo Moneo, que incluyó en esa selección de 21 obras el edificio Urumea de San Sebastián, la Estación de Atocha de Madrid, el Museo de Arte Moderno de Estocolmo y L»Auditori de Barcelona.
Comentarios recientes